Luego, años màs tarde, olvidado en cualquier estante reposaba el cuaderno libro, allí guardaba horas y horas de trabajo, aunque dábamos lo que se nos pedía, podemos llamarlo "de la mala gana", a él le dedicábamos las horas del finde, no se podía dejar a medias, los lunes, a primerísima hora, el maestro los recogía, a mitad de semana te contaría tus fallos, vuelta a empezar, bien o mal el entregado, a empezar el nuevo, menuda batalla.
Al final quedaba el examen de lo trabajado, hoy Geografía, mañana Naturales; otro día y sin aviso, Mates, vida de agobios, la Lengua cerraba el periplo, retomamos la faena, la siguiente semana, las áreas que quedaron sin hacer, se curraba, también nos divertíamos, y, como conté, a la estantería, hoy algunos mantienen su puesto.
Gracias por leerme