domingo, 26 de octubre de 2014
Mi calle de correr...
La miro y cuánto más, se me hace difícil no recordar aquellos tiempos, cuando, de chavalillo, corríamos como locos a sus alrededores, jugando a "calimbre", escondiéndonos en un "payoyo", brincando en un "pincha la uva"; entre esas esquinas, al abrigo de las columnas que sostienen las verjas... éramos felices con muy pocas cosas.
Ella era nuestro escenario, donde la vida jugaba a hacernos mayores, no sin disfrutar todos y cada uno de los momentos que se nos brindaban... los adultos nos veían, disfrutaban mirando, rememoraban cuando eran ellos los protagonistas.
Nuestro juguete era la calle, nuestros artilugios, nosotros mismos; un tropel de críos, que hacíamos, lo que fuera, para pasarlo bien. ¿Cómo olvidar al viejo guardia que te plantaba la mosca cuando te pasabas un pizco?
La miro y los matices de nuestro gran pintor, me devuelven a tiempos de antaño...
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