jueves, 20 de diciembre de 2012

Felicidades a los que miran...

Una vez más, en nuestro "cole", como en tantos otros, nos asomamos a la Navidad, diciembre hierve, niños que suben y bajan, que pintan, que recortan trastos viejos, que ayudan a pintar el colegio de alegría, que preparan ensayos, viejos villancicos, los de toda la vida...
Éste, como siempre, hemos querido preparar algo distinto, con material ya en deshuso y a punto de contenedor, tijera en mano, purpurina en la otra y muchas ganas, hemos preparado algo distinto, "el árbol reciclado", con botellas hacemos serpentinas, con los fondos hacemos bolas y con las bocas pintamos estrellas; mientras, la tropelia de críos no cesa, ¡yo quiero pintar...!, ¡y yo...!, ¡señoooooooooo, Pascachito no me deja el pincel...!, ¡a mi tampoco! se oye desde el fondo de la clase, ¡¡¡qué alegría...!!!
Al final, luego del hermoso esfuerzo, sobre todo de ellos, nos ha salido este arbolito, símbolo claro de la fiesta, más tarde, las NNTT entran en juego, buscando el mejor encuadre, que le dé la luz, que brille y... ¡clic, clac! momento inmortalizado... tiempo habrá de disfrutarlo, incluso de convertirlo en motivo de tarjeta navideña.
Aún así, y como no llevo contados a todos los que les he hecho partícipes de la obra "maestrona" de nuestros niños, lo pinto aquí, para desearles a todos, de mi parte y de los avesados artistas,  «Feliz Navidad y un maravilloso año 2013», de todo corazón...

domingo, 9 de diciembre de 2012

Así, mientras tanto...


En uno de esos ratos, en que se tiene ganas de crear cosas, de contar y dibujar en el papel con palabras todo lo que te va viniendo, hasta lo más escondido, y lo guardado durante mucho, mucho tiempo.
Busco, qué poner, algo que me lleve a darle suelta al palabrerío, que me recuerde esos ratos, ratos contigo, hermosos, dulces y algún que otro caramelo de no muy buen gusto.
Nuestras conversas, intento de ganar terreno, nuestras risas, miradas perdidas en el rincón del salón, figuras imaginarias que estuvieran o no, eran fuente de desviar la atención; pero al final, siempre al final, volver a mirar tus ojos, sentir en su calidez, sentimientos, en otras fuego de rabieta, y a la vez deseo de encontrar, estudiar cada rasgo de ti, ver tu sonrisa, cómplice de mil aventuras; luego una rosa, un millón, de mil colores con cien mil detalles.

La foto me la presta un perro que se llama Gusti, que anda con un tal Chucho Andaluz, que nos deja cosas como esa.