viernes, 30 de diciembre de 2022

«Vayan con ustedes mis recuerdos...»

 


Será muy difícil llegar, como todos, a estas fechas y no recordar, a nuestros mayores, a los que, desinteresadamente, nos lo dieron todo. Desde la vida al penúltimo detalle, el resto de los detalles es el placer de poder disfrutar y vivirlos, día a día, con toda la intensidad del mundo y más si cabe.

Ellos, como tantos, se fueron marchando, pausadamente, sin prisa, pero con la certeza del acontecimiento. A nosotros, hoy, nos quedan sus recuerdos, rememorar, en silencio, en soledad o compartiendo, todas esas cosillas que nos hicieron vibrar a su lado; y sobre todas, el inmenso y fuerte cariño que nos profesábamos mutuamente y en conjunto. Cariño que perdura entre sus hijos, cada día con más fuerza.

Hoy, como digo siempre, es el momento de sacar a la luz una de sus miles de imágenes, con su eterna sonrisa, con la palpable muestra de cariño que entre ellos se tenían y que transmitieron, a raudales, a sus hijos. De ese cariño que, con otros talantes, también disfrutaron muchos. Ellos eran el ejemplo vivo, maestros de maestros.

Desde estas líneas quiero, queremos, que me consta, decirles que, allí donde quiera que estén, les echamos muchísimo de menos, que les enviamos mil, un millón y cuantos podamos de besos y, en estas fechas, desearles una muy feliz Navidad, pidiendo, y así siempre, que cuiden de nosotros.

Gracias por pasar y leerme, felicidades a ti también que viniste.

martes, 20 de diciembre de 2022

«Y, al año, llegaban ellos...»

 



Allí, montado en su pie de escayola o yeso, según valor, envuelto en esmaltes de mil y un colores, encerrado en su vitrina, guardaba, mudo, su puesto de exhibidor, en colección, uno más, el soldadito, de plomo, del que no sabíamos cuál era su ejercito, ni puesto de escala, ni tan siquiera su guerra, nada...

Si sabemos que algún día estuvo en su escaparate, de él, millones de ojos infantiles, estuvimos enamorados, no había carta a sus S.S.M.M., en la que no se pidiera uno. Seguramente sería nuestro mejor aliado, inventaríamos batallas, imposibles, ganadas antes de empezar; mañana a comenzar de nuevo, hoy, hoy vuelta su minarete, en vigilancia de nuevos movimientos de plomizas tropas.

Han llegado, otra vez, esas fechas de sueños mágicos, los escaparates ya no los exhiben, es el tiempo de la tecnología, miles de aparatos, en muda lucha, quieren ser, cada uno, el mejor; aquellos soldaditos y otros jugueticos han sido movidos a un plano poco importante. En algún lugar a lo mejor estén guardados, hoy llevan pistolas que disparan balas de plástico, luces que se encienden y una etiqueta con su precio, nadie pregunta por ellos; sólo algunos los miramos, recordamos y sonreímos. Volverán, como cada año.

Gracias por pasar...