jueves, 26 de abril de 2012

Como pregona mi amigo el de la esquina, a veces nos sentamos a escribir cosas y, luego de un rato, caemos en la cuenta de que se nos ha secado la imaginación, el empujón del arranque.
Te paras, buscas un qué, te rindes y empiezas de nuevo, lo miras todo, recorres cada rincón de la estancia, de tu cabeza, no te hilan las palabras; muchas cosas inconexas, y -medio mosca- te ves en el vacío y con los pies colgando. Aún así... ¡vuelves a la carga!
Un poco más allá de tus preocupaciones, te reencuentras, casi que de pronto, los ojos que siempre te están mirando, que saben -con puntería milimétrica- lo que te corre por la cabeza; te sonríen, te alientan, te animan y, en un momento, te dicen: ¡lógralo!, sientes, con cada soplo de aire, que su calor te envuelve, te abrazan; siempre están ahí, vigilando que estés bien... te pones a ello, consigues juntar cuatro frases, las escribes y lo dejas para -en otro momento- juntar algunas más.
Cuando te paras, ves que siguen ahí, esperando, te levantas, vas a su lado y vuelves a decirle: ¡eres lo mejor que me ha pasado en mi vida...!

4 comentarios:

  1. Ese aliemto, ese empujón, ese apoyo, es que nos hace grandes.

    ResponderEliminar
  2. Esa es nuestra mejor obra, el querer y decírselo, siempre que lo sintamos, a la persona adecuada.
    Como a Guille te dejo direccion de la Escuela Canaria de Literatura Creativa, te puede interesar. www.escuelaliteratura.com
    Saluditoss!

    ResponderEliminar
  3. Eres de lo poco mejor que me ha pasado

    ResponderEliminar
  4. GUILLE: Ella se lo merece...
    GLORIA: Gracias por tu ayuda, espero que me valga.
    ANÓNIMO: Nada mejor que saber que le importo a alguien...

    ResponderEliminar