martes, 20 de diciembre de 2022

«Y, al año, llegaban ellos...»

 



Allí, montado en su pie de escayola o yeso, según valor, envuelto en esmaltes de mil y un colores, encerrado en su vitrina, guardaba, mudo, su puesto de exhibidor, en colección, uno más, el soldadito, de plomo, del que no sabíamos cuál era su ejercito, ni puesto de escala, ni tan siquiera su guerra, nada...

Si sabemos que algún día estuvo en su escaparate, de él, millones de ojos infantiles, estuvimos enamorados, no había carta a sus S.S.M.M., en la que no se pidiera uno. Seguramente sería nuestro mejor aliado, inventaríamos batallas, imposibles, ganadas antes de empezar; mañana a comenzar de nuevo, hoy, hoy vuelta su minarete, en vigilancia de nuevos movimientos de plomizas tropas.

Han llegado, otra vez, esas fechas de sueños mágicos, los escaparates ya no los exhiben, es el tiempo de la tecnología, miles de aparatos, en muda lucha, quieren ser, cada uno, el mejor; aquellos soldaditos y otros jugueticos han sido movidos a un plano poco importante. En algún lugar a lo mejor estén guardados, hoy llevan pistolas que disparan balas de plástico, luces que se encienden y una etiqueta con su precio, nadie pregunta por ellos; sólo algunos los miramos, recordamos y sonreímos. Volverán, como cada año.

Gracias por pasar...




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