domingo, 4 de noviembre de 2012

Tiempo con castañas

Recuerdo que en otros tiempos nos las comíamos juntos, celebrando una fiesta que yo, niño aún, no entendía mucho, y conmigo, todos los guayetes que andábamos al acecho de aquél caldero a rebosar de crujientes y calientes castañas, de cómo en un papel indescifrable, envolvías, con esmero, una peseta, un duro después, un euro con los años unas poquitas para que nos acordáramos de tu familia por lo calientes, y luego, un poquitín más tarde, buscar en nuestros infantiles bolsillos por ver si quedaba algo para otro asalto.
Hoy hemos crecido, nos hemos llenado de años y tú ya no estás para hacernos esas castañas, nos faltas tú, otro ha ocupado tu esquina, tu espacio, pero tú sigues ahí, con tu gracia, tus útiles, tu cariño. Al fin conseguimos entender la fiesta, por eso, para recordarte, volvemos a comer ese cartucho de castañas... y si, ¡te sigo echando de menos!
(Pincha la foto, golosinas)

3 comentarios:

  1. Esos olores y sabores de la niñez se acentúan con el paso de los años y encontramos el sentido de muchas cosas que antes no percibíamos con nuestra indomable juventud. Siempre es bueno recordar, a ratos, y seguir el trancurso de la vida con unas buenas castañas y un vasito de vino, ¡salud!.
    Besos de gofio.

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  2. Muchos son los recuerdos que se nos agolpan cuando tienes en las manos un cucurucho de papel de periódico con castañas calenticas, su calor, su olor nos traslada a nuestra niñez, nos pone delante a toda la familia en torno a la mesa de camilla, comiendo aquellas castañas tan buenas que solo la abuela sabía darle el punto para que se mondaran bien y no se quemaran. La castañaña icono de la familia, la niñez, el invierno,...

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