sábado, 11 de junio de 2022

«Cochitos, fiesta y carrerillas...»

 


Con un toque de pito, salíamos, almas que lleva el diablo, a coger cada uno el nuestro:
-El 2 corre más
-El 17 es el mejor...
Allí, sentados en el miniasiento, con la ficha puesta en su ranura, esperábamos, ansiosos, el siguiente toque... -Piiiiiiii; aquellos locos cochitos se ponian en marcha, a la primera vuelta, -pumba-, el primer choque del amiguete gracioso, que lucía palmito para que las chavalitas vieran que, al mando del bólido, era todo un crack, ¡claro que...!, mientras lo presumía, en otro pumba, lo devolvían al mundo real.
Según la hora y día, los viajes duraban o no, mayormente no, en el bolsillo se llevaban unas pocas fichas, el viaje, para nosotros, no era barato. Pero sí era gratis, el asomarse al borde de la pista en el tablado. ¡A verlos pasar!, a ver como la gente se lo pasaba. 
-Piiiiiiiiiii... ¡abajo!, todo había terminado, en un pis-pas, mañana, si había cuartos, más. Carreras de los que salen y los que entran, luego, a mirar, que era gratis, y a reírse, del listillo de siempre que, al final, se las llevaba todas.
Coches eléctricos, coches eléctricos, esos ya los llevábamos nosotros en los tiempos que la corriente era de 110, y la gasolina costaba «un duro».

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