miércoles, 15 de junio de 2022

«Ella, justamente ella, fue la primera...»

 


La primera, sí, la primera, no de las brujas, ya las había, la primera de nuestra particular colección, entre la escoba, colgadas a puertas, en esquinas de muebles, posadas en sobremesa, estanterías varias, y, si me permiten, al lado de la nevera, bandearon, en momentos, sus ochenta y tantas...
Las había de todos los tamaños, con todo tipo de ropajes, con su escoba, inseperable compañera, no sé si hoy vendrán con la aspiradora o el aparatico que, con la luz pilóctica que corre por los hilambres, corretean pasillos, alcobas, y demás estancias; pero las mías no, vinieron a lucirse, a hacer esa silenciosa compañía, todas de regalo, que parece, según entendidos, es como benefician al que las tiene y obtiene.
Hoy, luego de la mudanza, algunas me dejaron en el camino, demasiado desgaste, golpes innecesarios, extremidades mutiladas en un irreparable apaño. otras, por decisión no pensada, se quedaron atrás, para ornar las estancias de otros, ¡cosas de la vida!
Yo, en letras, seguiré dándolas ese homenaje, se lo merecen, muchos años de esa compañía, muchos gritos en el silencio, miles de conjuros y peticiones, ¿por qué no contarlo?, alguna suerte nos trajeron... ¡va por ellas!

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